Y creíamos que estábamos mal...

jueves, noviembre 18, 2004

Comer perdiz = ser feliz?

La única vez que me permití comer perdiz (pobre bicho) fue en la Hostería Bracamonte, Ávila. Perdiz con frutos secos y vinagre de frambuesa. Suena horrible, verdad? Pues estaba deliciosa. La felicidad del asunto estribaba más que nada en que la perdiz iba por cuenta del suegrito, a quien Dios guarde. Digo yo. Porque nadie que esté en sus cabales consideraría como felicidad pasar dos horas de zozobra escuchando a Safa decir con su voz rota "Yo tengo la mejor banda de rocanrol de Ávila" o, en su defecto, al camarero: "Ponme una dosis..."

La perdiz escabechada "La Ponderosa" que le regalaron a mi padre no cuenta. Enlatar un ave debería estar contemplado como acto punible en el código penal.

Tengo tanto sueño que divago... No, no estoy hablando del Doctor. Creo que este post no le va a gustar a Jatomuxi...

Escuchando: If You Love Somebody Set Them Free (Sting)