Y creíamos que estábamos mal...

martes, noviembre 16, 2004

Web of despair (II)

Un día de éstos desarrollaré mejor la idea de la conspiración estatal...

Pero sigo con mi historia. Una vez superado el shock inicial, Jatomuxi y yo nos vestimos para cenar. Qué cosa más guapa Jatomuxi. Se puso su traje negro y su camisa negra con rayajos grises. Con su pelito y su carito afeitado. Más mono... Yo iba totalmente cucaracha también, salvo por los tulipanes naranjas del fulard. Más mona...

Bueno, la cena no estuvo nada mal. Comí chopitos, adoro los chopitos, me vuelven loca los chopitos. El vino fue todo un descubrimiento, un Blanc de Pacs Parès Balta del Penedés digno de los mayores elogios.

Vino Sonia con su novio, Fede. Sonia es la hija de Glori, la hermana mayor de Joe. Fede es un poco extraño, aunque es posible que mi percepción estuviera tan alterada como mi sique. En la cena no se habló más que de los Moros y Cristianos, nada demasiado trascendente, salvo por algunas alusiones a Joe que a mí me tenían los nervios como cuerdas de guitarra. Hablan de él como si estuviese vivo, le llevan con ellas todo el tiempo y yo, en ocasiones, casi sentía que lo podía tocar.

Después de la cena fuimos a un pafeto bastante chic, de un estilo barcelonés postmoderno demodé (ahí queda eso), y allí había un montón de gente de lo más variopinto, y claro, como no podía ser de otro modo, estaba la mitad de las filás, masculinas y femeninas. Hubo brindis por la capitana y miradas aviesas al apuesto abanderado. Ya se sabe lo antiforasteros que son en los pueblos pequeños, con lo cual debe ser fácilmente imaginable la ojeriza que le deben haber pillado a mi presioso Jatomuxi. Eso de que venga un madrileño a representar a un colectivo de rancia tradición valenciana, no sé yo... El caso es que Jatomuxi percibía una cierta hostilidad (¿"hostilidad" viene de "hostias"?) hacia su persona en el ambiente y puedo dar fe de que se le pasó por las mientes más de una vez cascarle un par de mamporros a alguno. También miraba rijosamente a las camareras, me di cuenta... Qué tío más sinvergüenza... A las tres de la mañana nos fuimos a dormir. El mar, que está a 100 metros, mugía como los bueyes de mi tío Beto: alto y amenazadoramente. Daba miedo imaginarse las olas. No hubo cosquillas, y eso que juntamos las camas. Frío pelón, así que el radiador estuvo de servicio toda la noche.

Al día siguiente nos despertamos pronto porque entraba tal cantidad de sol por la ventana que uno nunca hubiera creído que el día anterior se rajaban los cielos. Desayunamos a las 12'00 en un bar encantador donde unos señores con pinta de marinos jugaban a las cartas en valenciano. Yo devoré mi Happy Hippo y Jatomuxi también dio buena cuenta del suyo, para mi consternación, pues pensaba comerme su Happy Hippo más tarde, como consuelo. Se nota que a Jatomuxi se le contagian algunas de mis peores costumbres...

Entramos en una bodega y nos gastamos 21 € en dos botellas de vino. Estuvimos buscando el Parés Balta infructuosamente. De ahí partimos a un restaurante italiano muy agradable, situado en una casona vieja de varios pisos (a algún gracioso se le ocurrió poner los baños en el segundo piso) donde comimos una lasaña al horno muy buena que se aficionó mucho a mi estómago: me costó lo suyo digerirla. En la sobremesa Jatomuxi se enzarzó en una discusión con la tía Glori sobre la cultura musical que tenemos los cubanos. No se entendían, pues Jatomuxi decía una cosa y la tía Glori otra completamente distinta. En ese momento comenzó a sonar, irónicamente, la canción "A lo cubano", de Orishas, y yo intenté explicarles lo que es ser cubano con el manido ejemplo del sexo. Oséase, que en Cuba no se habla de sexo, se practica. Igual que no analizas la música, ni el baile: te nacen de dentro. La tía Glori porfiaba, con su parte de razón, que tales dones no son exclusivos de los cubanos y que los andaluces también tienen lo suyo. Pero claro, como apuntaba Jatomuxi, para mi orgullo, las sevillanas no se bailan en los salones de medio mundo y el chachachá, el mambo y la salsa sí. Jur jur jur.

Así las cosas, volvimos a la casa para que le tomaran las medidas a Jatomuxi para el flamante traje de abanderado. Nos pusieron unas cuantas piezas de las que acompañan los desfiles de las filás, mucho tambor y mucho redoblante, y nos aprendimos el paso. Alucinadita me quedé cuando identifiqué una de las piezas moras como la música del inolvidable serial mexicano "El Árabe". Mmmmm, cuántos recuerdos...

Después de que Glori nos diera una bolsa con unos quince kilos de naranjas (están deliciosas!) cogimos el caminito de vuelta. No sería un paseo la vuelta, no. Nada más ponernos en camino, antes de salir de Denia, vimos dos niños jugando con una silla de ruedas, el niño empujaba la silla, la niña iba sentadita en ella. Iban por el borde de una calle sin aceras, a oscuras, todavía dudo de si realmente los vi. Un cuadro de lo más tétrico, parecía que de pronto estuviésemos en el lado chungo... Qué mal rollito me dio.

Cuando paramos a poner gasolina me bajé a coger una chocolatina y fui testigo de las torpes evoluciones de un grupo de homínidos, porque de esos tres no puede decirse que sean hombres. Jatomuxi, guerrero nato, detectó rápidamente las vibraciones hostiles y se aprestó a la batalla. Yo, bruja desde los tres años, presentí el peligro, así que me hice una situación rápida de los objetos arrojadizos disponibles. Al final nos fuimos sin jaleo, pero sólo porque Jatomuxi no se dio cuenta de que el cabecilla escupió al suelo en nuestra dirección mientras murmuraba "Escoria...". Si lo llega a oír, arde Troya. En esos momentos es cuando admiro la inteligencia omnisciente de Dios al no permitir que yo porte un arma de fuego. Hay situaciones diarias donde la tentación de usarla sería demasiado grande para mi espíritu mortal.

Bueno, para cerrar el capítulo, diré que a cien kilómetros de Madrid nos llevamos un perro por delante. Creo que era un perro. Al menos, murió como tal, no sin antes cargarse el piloto izquierdo, aflojar una de las luces y sacar de su sitio la aleta. El pobre bicho...

Un chollito, el viaje.

Escuchando: Your Latest Trick (Dire Straits)